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De mujer a mujer

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Por: M. Cecilia Celso

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Diseño divino

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Cada vez que recuerdo la manera y el aspecto que solía tener y llevar como «estilo de vida» antes de conocer a Cristo, puedo decir que estaba lejos de valorar Su diseño como mujer y feminidad, lejos de entender Su propósito. Pero cuando el tiempo de Dios se cumplió en mi vida, el cambio más evidente fue mi personalidad, llevar una conducta apropiada como esposa y mi desempeño en el hogar, acompañada de una vestimenta adecuada. Esto no sucedió de un día para el otro, sucedió cuando Dios propuso moldearme, y permitir que Él me moldeara. Cuando empecé a asistir a la iglesia local, tuve el privilegio de poder recibir algunos consejos de las mujeres más ancianas de la congregación. Cada vez que iba al salón de reunión, ahí estaban ellas recibiendo a la iglesia con gozo y mucho amor, verdaderamente se alegraban de vernos y, nos saludaban con ósculo santo, tomándonos de las manos, dándonos consejos sabios. Nos hablaban de cómo debíamos conducirnos en nuestros hogares, con nuestros esposos e hijos. Verlas vivir piadosamente con todo devoción era el mayor testimonio que nos podían dar. Y aunque algunas de ellas ya duermen, sus palabras permanecen en mí.

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Hoy, siento gran gozo en mi corazón al ver mi vida regenerada, y poder admirar cada detalle de este diseño, y vivir para alabanza de Su gloria.

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Llamadas a cumplir un rol en la iglesia de Cristo

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Como miembros del cuerpo de Cristo, y colaboradoras dentro de la iglesia en diferentes ministerios, hay un llamado puntual que es el de alimentarnos y ayudarnos de mujer a mujer, con el fin de sostener y mantener este diseño divino, como mujeres santas que profesan piedad, y que desean vivir conforme a la Palabra de Dios, con buena conducta y buen testimonio. Es por eso que debemos estimularnos unas a otras en amor y paciencia, enseñando a las más jóvenes a vivir de la manera que agrada a Dios, que puedan nutrirse y desempeñar sus tareas en sus hogares, con sus esposos y sus hijos, para que sepan cómo deben conducirse en la iglesia del Señor. (Tito 2:3-5)

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Mandato y requisitos 


Cuando leemos (Tito 2:3) entendemos que las ancianas de la iglesia, aquellas mujeres que son maduras en la fe, y que tienen experiencia, deben cumplir este mandato directo de Dios y sus requisitos, no solo enseñando, sino poniéndose como ejemplo, que reflejen la imagen y el carácter de Cristo, siendo irreprensibles, viviendo con toda sujeción y buen comportamiento.

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Vivamos para agradar y obedecer a Dios, y manifestar a otros de Su amor y Su bondad. Que podamos ayudarnos mutuamente y, crecer en unidad, cumpliendo con este ministerio, haciéndolo con alegría y buena predisposición, para crecer en la fe, hasta que lleguemos a la plena y completa medida de Cristo.

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