
La mujer de la Biblia

Por: R. C. Sproul
En el momento más oscuro de la historia, cuando el pecado del mundo alcanzó su punto máximo, Dios desplegó su plan de redención. La cruz de Cristo es el epicentro de la historia humana, el lugar donde la justicia y la misericordia de Dios se encontraron en un abrazo eterno. En ese madero, Jesús llevó el peso de nuestros pecados, experimentó la separación de Dios y pagó la pena de muerte que merecíamos. El grito de Jesús, 'Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?', revela la profundidad de su amor y sacrificio. Pero también nos muestra que el pecado tiene un precio, y que ese precio fue pagado en la sangre de Cristo. Ahora, gracias a la cruz, podemos acercarnos a Dios con confianza, libres de la culpa y la vergüenza. La cruz es el fundamento de nuestra fe, la fuente de nuestra esperanza y la base de nuestra comunión con Dios.
Podemos entender esto de dos maneras. En un sentido, no hubo respuesta. Jesús gritó esa pregunta al cielo. Gritó audiblemente, pero no hubo respuesta audible. Hasta donde sabemos, según el Nuevo Testamento, hay solo tres ocasiones en las cuales Dios habló audiblemente, y esta circunstancia no fue una de ellas. El Hijo de Dios clamó en agonía mientras el Padre permaneció en silencio. En otro sentido, podríamos decir que tres días más tarde Dios gritó su respuesta mediante la tumba vacía, trayendo a la vida al Santo.
Creo que el dolorido grito de Jesús en la cruz es uno de los versículos más importantes y menos entendidos de la Sagrada Escritura. Las explicaciones formuladas con respecto a él han cubierto la gama completa. Albert Schweitzer se sintió profundamente consternado al ver allí un indicio de que Jesús murió con un espíritu de amarga desilusión, pues había pasado su ministerio esperando que Dios instaurara su reino dramáticamente a través del ministerio de Cristo, y sin embargo, Dios no lo hizo. Schweitzer creyó que Jesús se permitió a sí mismo ser arrestado y llevado directamente al Gólgota con la expectativa de que Dios lo rescataría de la cruz en el último momento. Repentinamente, cuando Jesús se dio cuenta de que no habría un rescate, gritó en amarga desilusión y murió de una forma heroica, aunque con un espíritu de amargura.
Podemos observar que las palabras clamadas por Jesús en la cruz constituyen una cita exacta de lo que David escribió en el Salmo 22. Algunas personas dicen que en su agonía Jesús recurrió a su conocimiento de la Escritura y la recitó. Yo creo que Jesús no estaba simplemente citando versículos bíblicos en la cruz, aunque sin duda era apropiado para él usar una afirmación de la Escritura con el fin de expresar la profundidad de su agonía.
Cuando fui ordenado, se me dio la oportunidad de elegir mi propio himno de ordenación. Elegí "Es medianoche, y en la cima de los Olivos". Hay un verso en ese himno que dice que el Hijo del Hombre no fue abandonado por su Dios. Pese a lo mucho que me gusta el himno, aborrezco ese verso porque no es correcto. Jesús no solo se sintió abandonado en la cruz; él fue totalmente abandonado por Dios mientras colgaba de la cruz, porque en eso consiste exactamente la pena por el pecado.
Como lo desarrolla el apóstol Pablo, el pecado nos separa de la presencia y de los beneficios de Dios. Cristo exclamó: "¿Por qué me has abandonado?" No era solo una pregunta; era un grito de agonía. Cristo sabía la respuesta. El Padre le había dado la respuesta la noche anterior, en Getsemaní, cuando dejó en claro que le era necesario beber esa copa.
Cinco doctrinas esenciales acerca de la muerte y resurrección de nuestro Señor
1- Justificación Rom 5:1
2- Propiciación Rom 5:9
3- Redención Gal 3:13
4- Santificación Hebr 10:10
5- Reconciliación Rom 5:10
Tomado de ¡Qué buena pregunta! Copyright © 1996 por R. C. Sproul.
Este artículo fue originalmente publicado por Ligonier Ministries en esta dirección.